miércoles, 14 de febrero de 2007

El caso Eto'o o de como ser un sinvergüenza

Holas amigos, estoy bastante indignado (aunque eso no sea novedad en los tiempos que corren). La causa de esta indignación la tenéis a vuestra izquierda. Supongo que todos le conocéis y sabéis lo que ha pasado en los últimos días en relación a él. Eto'o cargó ayer, durante un acto benéfico con unos niños (niños pequeños que se encontraron con que su amado futbolista que no merece serlo tanto) contra su entrenador, Frank Rijkaard, contra su compañero Ronaldinho, contra el exvicepresidente Sandro Rossell (cosa que no entendi demasiado, ¿qué pintaba Rossell si es "ex"?) y contra todo aquel que se le pasara por la cabeza. No entraré en el terreno futbolístico, ya que no soy experto en el tema, sino que me gustaría entrar en otro ámbito bastante más importante: el humano. Eto'o mostró una indignación tremenda porque en el último partido de liga Rijkaard sólo les permitió a él y a su ego jugar durante cinco minutos. Pobrecito. Lloro de la pena. Y lloro más cuando delante de unos niños se pone a meterse con todo su equipo. ¡Qué gran desgracia señor Eto'o! Usted pide a su entrenador que le diga las cosas a la cara y no en una rueda de prensa después del partido; yo le pregunto: ¿le está usted diciendo a Rijkaard que no solamente tiene que perdonarle su indisciplina sino que cuando le preguntan por ella tiene que encubrirle? ¿Le está usted llamando cobarde al entrenador por no decirle las cosas a la cara cuando es usted el que de manera agresiva y ofensiva se mete con él y le llama "mala persona" ante unos periodistas que han venido a cubrir un acto benéfico? No sea hipócrita. Y no se enoje tanto porque su entrenador no le haya construido aún una estatua y porque su "exjefe" no le saludara cuando se encontraban en las instalaciones del club.

Piense que no todos podemos permitirnos nueve o diez cochazos, y que nuestra máxima preocupación no es que nuestro jefe no nos salude al vernos o que nuestro jefe de sección no nos tenga en tan alta estima como a nuestros compañeros. De hecho, la máxima preocupación de la mayoría de la gente es llegar a fin de mes, pero no creo que usted tenga nunca ese problema (ni tampoco usted, señora Esperanza Aguirre, algún día hablaremos de usted también). Y, por favor, no empiece a soltar todos los sinsentidos que soltó ayer delante las cámaras cuando haya de por medio un grupo de niños que le admiran (o quizá admiraban) como modelo de buen deportista, no hace falta que presencien en primera fila tan lamentable espectáculo. Espero que esos niños nunca lleguen a ver aquellas imágenes en las que aparece usted repartiendo billetes de 500€ durante una de sus visitas al Camerún, a mí me resultaron realmente lamentables. Papa Noel no reparte calderilla a los niños, supongo que me entiende.